sábado, 9 de agosto de 2008

CADÁVER EXQUISITO

PREÁMBULO


La libre asociación mental puesta en palabras hace del "cadáver exquisito" una de las técnicas literarias surrealistas más interesantes, ya que descubre un mundo inconsciente y liberado de estructuras dispuesto a verbalizarse.

El grupo literario "Letras transgresoras" inaugura este espacio cibernético con un regalo especial: dos cadáveres hechos por cuatro miembros del grupo ( Melby A., Ronald C., Miguel H. y Micaela M.) en una tertulia literaria mediante el juego de ideas improvisadas. ( el color de la letra está modificado cada vez que una persona diferente interviene en el texto).
I.
Coro de estrellas verdes, dan vueltas en escenarios tristes, llevan bolsas de aluminio y zapatos de marfil.
Se abre le telón y las estrellas fugaces descienden, suenan las doce y los zapatos de marfil se rompen, las bolsas de aluminio son convertidas en carteras de lata; la zona verde resplandece como zona rosa.
De pronto se escucha un grito en la oscuridad; todo había sido un sueño. El hombre estaba descalzo, hacia mucho mucho frío y lo rojo de su sueño era la sangre que fluía de su nariz.
Como mocos cuajados y resfriados, la sangre se reprochaba el frío. Los verdes y rojos se fundían para convertirse en violetas mariposas que estúpidamente llevaban carteras de aluminio y zapatos sin charol.
El único público; cinco almas tirtando de espanto boquiabiertas, cuasitorcidas se retuercen en el piso d epena y de risa.
La sangre gotea de su nariz, contrasta con la tormenta que había ampezado hace dos siglos atrás, sus pies juegan con la sangre, forma un lienzo en el piso, representa al teatro de las verdes estrellas y su público retorcido.
-Dos siglos-pensó para sí mismo, cuando en realidad eran dos minutos, y un ras en el cuerpo le hizo tomar cuenta que era un ser humano yq ue las estrellas y la mezcla de colores eran las representaciones de su pasión, de su deseo, de la lujuria de estar vivo.
Enganchando dos minutos y dos siglos, lo importante de vivir es enganchar, ese instante en el respirar, ese borbotón de sangre de amor. Ponte tus zapatillas y sal a caminar.
II.
Sillas en botellas diagramando el desayuno habitual, dialogan contigo los trinos matinales mientras comes tu leche y cereal.
Era un conjunto de pequeñas voces que se escuchaban en la cocina, era claro que alquien coqueteaba a alguien, aunque por lo extraño de esas palabras no era en la casa en que yo vivía.
Palabras lácteas que me contemplan sobrepuestas en la mesa, canturrean las voces tubulares recitándome marcas de cereales para acoger mis madrugadas en cuartos vacíos.
Precoces encantos hipnotizan a un niño, disloca la cadera loca y se queda moviendo la boca.
Cereales, susurros, desayunos, otra vez me he equivocado, era la hora de la cena y yo comiendo silpancho sin tenedores ni vasos.
Y pensar que yo estúpidamente pienso en todas estas cosas, mientras escucho como afuera en la calle dos hombres pelean y si d ealgo me ha servido esta divagación ha sido para darme cuenta que hace un año atrás fallecí en un accidente de tránsito.
Tránsito de sillas embotelladas que juegan a la tula atajando a los camiones que me llevan la leche todos los días, me queda de mí la rima de los cereales escritos en cajas que nunca abrí.
Tantas idas y venidas, tantas avenidas para darme cuenta que regresaría.